Martín Rocca acaba de debutar como director de tenis del Junior FC de San
Cugat. Promotor de varios proyectos solidarios relacionados con el tenis base
en África y Asia. Acaba de regresar de un viaje a Camboya y en esta columna de
opinión reivindica la espontaneidad, creatividad y el juego como parte del
aprendizaje del tenis.
El tenis de competición “mata” la creatividad.
Esta es una visión absolutamente personal.
A mi manera de entender el proceso de enseñanza de un deporte como el Tenis
con niños pequeños, los métodos estrictos no sirven. A un chico le puedo
enseñar a hacer un movimiento, pero cuando le obligo a realizar un gesto
mecanizado a los 5 años le estoy cerrando la puerta a que descubra,
experimente, pruebe, se equivoque, rectifique o acierte por su propia
cuenta. He pasado los últimos dos años poniendo en práctica una
manera de trabajar con niños de 3 años, que a lo largo de estas temporadas
continuaron siempre en mi grupo.
En todo momento, durante ese tiempo, ellos hacían sus ejercicios, pasaban circuitos
de psicomotricidad, corrían, saltaban, hacían desplazamientos laterales,
frenaban, lanzaban bolas con la mano o las golpeaban con la raqueta, pero solo
UNA vez por turno. En ningún momento se producía una repetición de golpes, toda
acción era única y por eso les reclamaba máxima atención al ejecutarla. Para mi
satisfacción los resultados fueron excelentes. En todo momento las clases
fueron activas, no se producían largas colas por el simple hecho de que el
compañero que tenían enfrente, solo tenía que lanzar o golpear una sola
pelota. Por lo tanto no había demoras ni esperas. Pero esto debía tener un
grado mayor de complejidad al final. En las Jornadas de Especialización de
Tenis ( JET) de Cuenca, tuve la fortuna de coincidir con Jofre Porta,
quien me dijo: “Pero a estos chicos les falta algo: el Tenis se trata de
intercambiar pelotas sobre la red”. Y de eso se trataba el final de ese
proceso de 2 años con niños tan pequeños: Que pudiesen pelotear. Y de qué
manera lo lograron!
No puede haber satisfacción más grande para un formador que ver que su
trabajo da buenos frutos y que sus alumnos lo disfrutan. ¿Qué prisa puede
haber cuando se enseña a un chico de 4,5,6 años a jugar y divertirse
aprendiendo? ¿Qué inconveniente hay si un niño usa la mano derecha
para golpear una pelota y si se le pide que le pegue del otro lado del cuerpo
cambia de mano? Ninguna. Está probando, conociendo sus posibilidades,
dejando que su creatividad mande. El problema que veo es que estos mismos
chicos, cuando tienen más de 10 años, han alcanzado un buen nivel de juego y se
convierten en jugadores de competición, pasan a jugar en otro mundo, la
creatividad ya no tiene lugar.
Hay que hacer repeticiones de golpes hasta el cansancio, hay que hacer
20 golpes de Derecha o Revés hacia la Volea del entrenador, hay que tirar 3
pelotas cruzadas y la siguiente paralela y siempre repetir esa fórmula, como si
el Tenis fuera siempre jugar contra el mismo rival o las mismas condiciones.
Hoy en día vemos jugar a Gael Monfils, que se atreve a hacer
cualquier golpe en una pista y todos lo disfrutamos y nos reímos con sus
“locuras”, pero creo que él tendría que ser el modelo que cada niño debiera seguir
al jugar. Sin embargo, es el jugador atípico porque hace cosas que ningún
entrenador permite “porque hay que buscar más la efectividad que el
espectáculo” dirán muchos de ellos. Así estamos, la cara seria de los chicos en
un torneo, las lágrimas de algunos cuando pierden un juego estando aun en el
1er. set, los gestos de los padres que si se vieran en un video deberían
morirse de vergüenza por las cosas ridículas que llegan a hacer.
Falta alegría. Falta creatividad, espontaneidad y sobran (y mucho) las
falsas expectativas, la robotización y el concepto de fábrica de jugadores.
Por favor, no nos olvidemos que al
Tenis se aprende JUGANDO.
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