Alberto Esguevillas
Las agujetas
son un tema recurrente entre las personas que realizan deporte habitualmente, y
(más aun) entre las que retoman el ejercicio tras un periodo de inactividad.
Hoy vamos a tratar diversos mitos sobre ellas y como ayudar a superarlas.
¿Pero qué son realmente?
El nombre
científico es DOMS, en inglés “delayed onset muscle soreness”, que traducido,
significa dolor muscular de aparición tardía. Este dolor o molestia es más
frecuente en personas desentrenadas y principiantes. También pueden aparecer
ante aumentos en la intensidad o duración de nuestra rutina.
Este dolor
aparece 24/48 horas después de la actividad, y es distinto al realizado durante
el entrenamiento, con una localización más aguda y molesta. Aunque son
incomodas, estas molestias no son más que micro roturas musculares en respuesta
al estrés producido por el entrenamiento, sí después se come y descansa
correctamente, estas fibras se reconstruyen más grandes y fuertes, produciendo
un crecimiento muscular.
Uno de los
mitos a tratar es el origen de las agujetas, antes se creía que las agujetas
eran restos de ácido láctico en el músculo que pinchaban y hacían pequeños
desgarros en el músculo, esto se ha visto que no era cierto, ya que personas
que no pueden producir ácido láctico también sufren este dolor.
El origen de
las agujetas es el desgarro microscópico de las fibras musculares. La cantidad
de dolor tardío corresponde a la fuerza y el tiempo del ejercicio, así como el
tipo de ejercicio realizado. Cualquier movimiento que no estemos acostumbrados
a realizar, podrá producir agujetas, pero es más fácil sufrirlas tras
movimientos excéntricos, como por ejemplo, bajar escaleras, correr cuesta
abajo, o la fase de descenso de una sentadilla. Estos desgarros pueden crear
también una inflamación en el músculo trabajado.
¿Cómo tratarlas y
prevenirlas?
Siempre
hemos oído que el agua con azúcar es bueno para que desaparezcan las agujetas,
también se habla del bicarbonato y las sales, pero estos remedios caseros no
tienen ningún fundamento científico. El agua con azúcar se creía eficaz porque
se pensaba que ayudaba a que los cristales de ácido láctico desaparecieran,
pero es que no hay ningún cristal que hacer desaparecer. La mejor manera de
tratar las agujetas es con antinflamatorios, como por ejemplo cremas, a la vez
que no suspendemos totalmente la actividad física. Esta, a una intensidad moderada
será beneficiosa para superar las agujetas, ya que activa la zona y favorece el
riego sanguíneo y reduce los metabolitos.
Para
prevenirlas, es conveniente realizar siempre un buen calentamiento e ir
subiendo la intensidad de la sesión progresivamente, así como realizar una
correcta vuelta a la calma al finalizar la sesión de entrenamiento, ayudándonos
de estiramientos suaves. En ejercicios de musculación, podemos aplicar la regla
del 10 por ciento, al comenzar una nueva actividad empezar lentamente y aumentar
el tiempo y la intensidad no más del diez por ciento a la semana.
¿Es bueno tener agujetas?
La respuesta
es: depende.
En
principio, las agujetas en un sujeto que entrena regularmente podrían
considerarse positivas, ya que serían la prueba de que el trabajo ha sido
intenso y efectivo (es decir, hemos enfrentado al cuerpo a una situación
estresante, que le supera y que le obliga a adaptarse, a mejorar para soportar
dicho estrés si dicha situación vuelve a producirse). Dicho esto, hay que
asegurarnos que vigilamos correctamente los parámetros de progresividad y
adecuación del entrenamiento, si no lo hacemos, las agujetas seguramente
aparecerán por haber realizado un trabajo muy por encima de nuestras
posibilidades, lo cual no es seguro, ni saludable, ni útil. Ya que lo que
seguramente consigamos únicamente sea inmovilizarnos y desanimarnos. Para ello
es buena la experiencia en los entrenamientos realizados, saber hasta dónde
podemos llegar, e irnos superando poco a poco.
Espero
haberos ayudado a que conozcáis más sobre las agujetas, y a desmitificar un
poco el asunto.
Alberto
Esguevillas