domingo, 13 de septiembre de 2015

La Tarea y el Ego en el tenis (Cancha de tenis)


LA TAREA Y EL EGO EN EL TENIS

Tener éxito en el deporte de competición tiene muchas similitudes con tener éxito en la vida. Una de las cosas más importantes que hemos aprendido desde pequeños es que para que las cosas vayan bien hay que “saber estar”. Cada situación tiene unas características que la mayoría de las veces no son explícitas y que por lo tanto hemos de saber “leerlas”, “captarlas” y actuar en consecuencia y ello se aprende con el tiempo.

En el deporte de competición “saber leer” la situación es fundamental para “saber estar”. También percibimos desde pequeños, que para conseguir las cosas importantes hay que planificar, luchar y esforzarse y que es la continua lucha, esfuerzo y superación lo que nos permite conseguir el éxito en los diferentes contextos de la vida.

Para ser práctico y explícito, en el deporte de competición, la perseverancia, el esfuerzo y la superación, cuyos sinónimos son el empeño, el sacrificio y el progreso, son las máximas del éxito de los deportistas y equipos en todos los niveles y particularmente se hace patente en la historia evolutiva de cada jugador que llega a triunfar en su deporte.

Con el siguiente ejemplo demostrativo se ilustra de manera concisa lo anteriormente descrito:
“Habían dos hermanos gemelos que jugaban al tenis desde muy pequeños y que se destacaban en sus habilidades para practicar este bello deporte. Los padres los apoyaban en su proceso de formación llevándolos a los mejores clubes y practicando con los mejores entrenadores para que los niños pudiesen llegar a ser jugadores de elite. Ambos llevaban un progreso similar y desarrollaron un buen nivel de tenis consiguiendo resultados excelentes.

Sin embargo, al entrar en la adolescencia, la actitud en los entrenamientos y en los partidos empezó a cambiar. Juan tenía claro que para conseguir el éxito tenía que luchar y esforzarse en cada entrenamiento y en cada partido, mientras que Carlos consideraba que tener éxito consistía en demostrar que era mejor que los demás y que podía hacerlo mejor que los otros y con menos esfuerzo.

A Juan lo que le motivaba en el entrenamiento y en los partidos era conseguir “leer” cada vez mejor la situación y para ello seguía entrenando y desarrollando sus habilidades técnicas, tácticas, físicas y psicológicas.
A Carlos lo que le motivaba era demostrar que iba “sobrado” y que estaba por encima de los otros sin esforzarse mucho. Ambos trabajaban en un equipo de competición en el que el staff estaba compuesto por el entrenador, el preparador físico, el psicólogo, el fisioterapeuta y el médico.

Juan se comprometía con cada parte de su entrenamiento y quería desarrollar su potencial al máximo. Carlos solo quería en cada ocasión probar lo mucho que valía y que ello lo demostraba sin esforzarse en demasía. Resumiendo, ambos hermanos eran muy talentosos, pero con la diferencia que Juan a su aptitud le añadió actitud para desarrollar su capacidad física, mental y táctica; y Carlos sólo creía en su gran aptitud con poco esfuerzo para fortalecer las habilidades psicológicas, tácticas y físicas, es decir, no reforzó su actitud para lograr un progreso que le permitiera mejorar y potenciar su rendimiento.

Pasados los años Carlos abandonó el tenis ya que empezó a ver que las demás le iban superando, ya que los jugadores del mismo nivel iban alcanzando mejores resultados en los partidos y su puesto en la clasificación iba bajando. Le daba pereza y aburrimiento acogerse al trabajo duro porque desde joven creyó que con su sólo talento iba a lograr el éxito, no se acostumbró a las exigencias, esfuerzos y sacrificios que el tenis de alto rendimiento le demandaba. Abandonó el tenis porque este no era un contexto de logro en el que podía demostrar a los demás lo “bueno” que era, mientras que Juan consiguió situarse en una buena posición en el ranking internacional, aprendió a “leer” la situación y a “saber estar”. “

El ejemplo anterior es interpretativo, en su contexto, de la teoría de la metas de logro aplicada al entorno deportivo, considerado como un marco teórico que ayuda a entender estos procesos psicológicos que o bien favorecen el máximo desarrollo en los deportistas o bien lo merman. Los deportistas como Juan están altamente orientados a la TAREA y para ellos tener éxito consiste en progresar, en superarse y en considerar que el éxito se consigue a través del esfuerzo.

Sin embargo los deportistas como Carlos están altamente orientados al EGO y para ellos el éxito se consigue demostrando que son mejores que los demás, casi sin esfuerzo y confiando solo en su talento. Los deportistas orientados a la TAREA, como Juan, desarrollan una motivación intrínseca: la práctica deportiva es satisfactoria en sí misma, con mayor compromiso deportivo y menor ansiedad.

Mientras que los orientados al EGO, como Carlos, su motivación es fundamentalmente extrínseca: realizan la acción para conseguir algo a cambio y experimentando mayor ansiedad ya que el destacar o no de los demás no depende solo de ellos.

Un deportista o un equipo pueden haber realizado un excelente torneo pero sin embargo haber perdido porque el contrincante todavía lo ha hecho mejor. Perder no le gusta a nadie, sin embargo ante esta situación los orientados a la TAREA estarán satisfechos con el rendimiento obtenido y saben que han de seguir superándose, mientras que los orientados al EGO se sentirán destrozados ya que su valía siempre estará en función del resultado conseguido.
Cuando los entrenadores quieren que sus deportistas consigan desarrollar al máximo sus potencialidades han de conseguir que estos se focalicen en el esfuerzo y en el progreso de su rendimiento, y no en las estadísticas y en los resultados. Lo que han de pedirles a sus deportistas es que den lo mejor de ellos mismos en cada situación y que acepten el reto de la competición y no orientarles a que se empeñen en ganar a toda costa. Quizás con la filosofía de ganar a toda costa se consiga ganar ese día, pero cuando la filosofía del entrenamiento es el progreso y la mejora, dar lo mejor de uno mismo, y lo mejor del equipo, entonces lo que se consigue es un mejor resultado de forma estable.

Los tenistas pueden estar motivados por los entrenamientos orientados hacia la TAREA - mejoramiento continuo - u orientado hacia el EGO - resultados inmediatos para conseguir premios y reconocimientos -.

El clima de entrenamiento orientado a la TAREA crea en los jugadores una estándar de mayor rendimiento individual y de equipo. El entrenador valora el esfuerzo, el progreso en cada partido y en cada entrenamiento y en el aprendizaje basado en el rendimiento ya que los deportistas perciben que a lo largo de una temporada han conseguido mejorar a nivel técnico, táctico, físico y psicológico, así como su nivel de juego general reflejado en la clasificación del ranking.

El entrenamiento encauzado hacia la TAREA favorece el aumento en el rendimiento y la satisfacción de los deportistas al ver el progreso.
Es fundamental que la interacción entre el entrenador y el deportista sea ampliamente motivacional para potenciar el desarrollo óptimo del jugador, esto permite al entrenador conocer las características psicológicas del tenista para favorecer su rendimiento y bienestar.


Un entrenador que compartiese la filosofía de base que guía la formación de climas motivacionales de implicación en la TAREA les hablaría de esta manera a su deportista antes de empezar la competición: “Cuando el partido termine, quiero tu cabeza alta, y sé que el único camino que lleva a que tu cabeza esté alta, es que tú sepas que has dado lo mejor de ti mismo. Esto significa que lo hagas lo mejor que puedas, que practiques con confianza y seguridad todo lo que se ha entrenado. Nadie podría dar más. Quiero que al finalizar tengas la sensación que has hecho ese esfuerzo”.

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