sábado, 25 de abril de 2015

Tipos de Padres de Tenistas (con humor)


TIPOS DE PADRES TENISTAS (CON MUCHO HUMOR)

Artículo publicado en http://tenisinfo.net/tipo-de-padres-tenistas/

Para terminar esta batería de artículos dedicados a los padres, he realizado un pequeño estudio sobre los padres cuando sus hijos están en competición: cómo se comportan y qué piensan. Está escrito en un tono de humor así que tómenselo sólo como lo que es: una caricatura de comportamientos extremos en los que todos nos podemos ver identificados en algún momento.

Padre-excusa
Antes del partido, sin que nadie le pregunte, le dice a todos que su hijo está desentrenado, enfermo… Parece que dentro de su saludo ya está la excusa. Ejemplo: “Buenas tardes, mi hijo está con fiebre”.

Lo que piensa: “Es importante que todo el mundo sepa que si su hijo no juega mejor, no es por sus condiciones naturales. Su hijo es el mejor, pero no ha entrenado lo mismo que los que le ganan”.

Padre-entrenador
Se toma los partidos con una intensidad, que debería calentar él también. Suele decir frases como: “a este niño le ganamos 6/2 6/2” o “tenemos partido a las 18:00 horas”. Suele llevar gorra y le lleva el raquetero al hijo (padre porteador o sherpa).

Lo que piensa: “Mi hijo y yo formamos un tándem invencible. ¡Qué bonito es ser entrenador de tenis!”.

Padre-estratégico
Es como el padre entrenador pero menos activo, más analítico. Ve estrategias por todos lados: el otro pierde tiempo en los cambios, cambian las bolas, encienden la luz, el otro padre se cambia de sitio, etc…Su frase favorita es: “Lo sacó del partido”. A veces, es una mezcla entre el padre-entrenador y el excusa.

Lo que piensa: “Tengo que estar pendiente de todo, yo conozco el deporte y hay muchos trucos que te hacen ganar un partido”.

Padre-chofer
Se limita a llevar al hijo a jugar. Mientras éste juega, él lee el periódico o un libro.

Lo que piensa: “Lo importante es el desarrollo integral de mi hijo. Estoy muy por encima de esos padres que se vuelven locos por un partido de tenis”.

¡Ojo! No confundir a este padre con el que se pone el libro delante de la cara, pero el hijo va por el tercer set, y no ha pasado ni una página del libro o el libro está al revés.

Padre-pistolero:
Considera que hay dos enfrentamientos paralelos: el de los niños y el de los padres. Mira desafiante a todo el mundo y se sienta lejos para estar solo.

Lo que piensa: “Con mi hijo no se mete ni Dios, caminando me parezco a Clint Eastwood”.

Padre-chistoso:
También se le podría llamar avergonzante. Le importa poco el resultado del partido, le divierte ver a su hijo jugar. Normalmente es una madre y suele decir frases como: “Vamos “pichurri” y, claro, el hijo se avergüenza.

Lo que piensa: “Cómo ha crecido mi niño, qué gracioso está con el pantalón corto”.

Padre-caparazón
No se inmuta gane o pierda el punto su hijo, pero se fuma dos cajetillas de cigarros y se arranca los pelos de la nariz.

Lo que piensa: “La gente no puede ver que le doy importancia al partido, ¡cómo se sufre en los partidos!”.

Padre-camuflado
Es una versión del padre-entrenador pero sin figurar (a lo zorro). Se esconde detrás de los setos, donde nadie lo ve, para darle instrucciones a su hijo.

Lo que piensa: “De aquí tengo la situación controlada, nadie me ve y puedo ayudar a mi hijo a ganar”.

Padre-intermitente
Empieza a ver el partido de su hijo, pero cuando pierde un par de juegos seguidos, se va enfadado. Al rato retorna y se vuelve a enfadar. Realmente no es un padre intermitente, porque no deja de ver jugar a su hijo, sólo que cambia de posición: cerca-lejos.

Lo que piensa: no piensa, sufre.

Padre-hooligan
Anima a su hijo cuando gana un punto, aunque sea fallo del rival. Si su hijo va perdiendo, insulta al rival, árbitro, padre del rival,…Cree que el secreto del tenis es echarle huevos. Debería pagar entrada por ver el partido, o mejor, no se le debería permitir la entrada.

Lo que piensa: “Este partido lo vamos a ganar como sea”.

Padre-loro
Los nervios le hacen hablar más de la cuenta, le come el coco al padre del rival de su hijo.

Lo que piensa: “La situación está muy tirante, necesito hablar con el padre del otro para quitarle hierro al asunto”.

Padre-negativo
Hace siempre comentarios destructivos: lo sabía (cuando falla), ya era hora (cuando gana) o ya empezamos (cuando va ganando y el otro le recupera algún punto).

Lo que piensa: “Mi hijo es un desastre”.

Padre-árbitro
Es padre que sólo va al partido a fijarse en las bolas, todas las dudosas tienen que ser a favor de su hijo.

Lo que piensa: “No quiero que mi hijo sea un tonto al que se le puede engañar”.



miércoles, 15 de abril de 2015

La importancia de la Resiliencia


¿Sabes qué es la resiliencia? ¿Quieres aprender a ser más resiliente?

A veces la vida nos pone a prueba, nos plantea situaciones que superan nuestras capacidades: una enfermedad, una ruptura de pareja particularmente dolorosa, la muerte de un ser querido, el fracaso de un sueño largamente anhelado, problemas económicos… Existen diferentes circunstancias que nos pueden llevar al límite y hacer que nos cuestionemos si tenemos la fuerza y la voluntad necesarias para continuar adelante. En este punto tenemos dos opciones: dejarnos vencer y sentir que hemos fracasado o sobreponernos y salir fortalecidos, apostar por la resiliencia.

Resiliencia: definición y significado

La resiliencia es una capacidad que nos permite afrontar las crisis o situaciones potencialmente traumáticas y salir fortalecidos de ellas. La resiliencia implica reestructurar nuestros recursos psicológicos en función de las nuevas circunstancias y de nuestras necesidades. De esta manera, las personas resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y utilizan esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial.
Para las personas resilientes no existe una vida dura, sino momentos difíciles. Y no se trata de una simple disquisición terminológica, sino de una manera diferente y más optimista de ver el mundo ya que son conscientes de que después de la tormenta llega la calma. De hecho, estas personas a menudo sorprenden por su buen humor y nos hacen preguntarnos cómo es posible que, después de todo lo que han pasado, puedan afrontar la vida con una sonrisa en los labios.

La práctica de la resiliencia: ¿Cómo podemos ser más resilientes?
La resiliencia no es una cualidad innata, no está impresa en nuestros genes, aunque sí puede haber una tendencia genética que puede predisponer a tener un “buen carácter”. La resiliencia es algo que todos podemos desarrollar a lo largo de la vida. Hay personas que son resilientes porque han tenido en sus padres o en alguien cercano un modelo de resiliencia a seguir, mientras que otras han encontrado el camino por sí solas. Esto nos indica que todos podemos ser resilientes, siempre y cuando cambiemos algunos de nuestros hábitos y creencias.

De hecho, las personas resilientes no nacen, se hacen, lo cual significa que han tenido que luchar contra situaciones adversas o que han probado varias veces el sabor del fracaso y no se han dado por vencidas. Al encontrarse al borde del abismo, han dado lo mejor de sí y han desarrollado las habilidades necesarias para enfrentar los diferentes retos de la vida.

¿Qué caracteriza a una persona resiliente?
Las personas que practican la resiliencia:

1. Son conscientes de sus potencialidades y limitaciones. El autoconocimiento es un arma muy poderosa para enfrentar las adversidades y los retos, y las personas resilientes saben usarla a su favor. Estas personas saben cuáles son sus principales fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones y defectos. De esta manera pueden trazarse metas más objetivas que no solo tienen en cuenta sus necesidades y sueños, sino también los recursos de los que disponen para conseguirlas.
2. Son creativas. La persona con una alta capacidad de resiliencia no se limita a intentar pegar el jarrón roto, es consciente de que ya nunca a volverá a ser el mismo. El resiliente hará un mosaico con los trozos rotos, y transformará su experiencia dolorosa en algo bello o útil. De lo vil, saca lo precioso.
3. Confían en sus capacidades. Al ser conscientes de sus potencialidades y limitaciones, las personas resilientes confían en lo que son capaces de hacer. Si algo les caracteriza es que no pierden de vista sus objetivos y se sienten seguras de lo que pueden lograr. No obstante, también reconocen la importancia del trabajo en equipo y no se encierran en sí mismas, sino que saben cuándo es necesario pedir ayuda.
4. Asumen las dificultades como una oportunidad para aprender. A lo largo de la vida enfrentamos muchas situaciones dolorosas que nos desmotivan, pero las personas resilientes son capaces de ver más allá de esos momentos y no desfallecen. Estas personas asumen las crisis como una oportunidad para generar un cambio, para aprender y crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen. Cuando se enfrentan a una adversidad se preguntan: ¿qué puedo aprender yo de esto?
5. Practican el mindfulness o conciencia plena. Aún sin ser conscientes de esta práctica milenaria, las personas resilientes tienen el hábito de estar plenamente presentes, de vivir en el aquí y ahora y de tienen una gran capacidad de aceptación. Para estas personas el pasado forma parte del ayer y no es una fuente de culpabilidad y zozobra mientras que el futuro no les aturde con su cuota de incertidumbre y preocupaciones. Son capaces de aceptar las experiencias tal y como se presentan e intentan sacarles el mayor provecho. Disfrutan de los pequeños detalles y no han perdido su capacidad para asombrarse ante la vida.

6. Ven la vida con objetividad, pero siempre a través de un prisma optimista. Las personas resilientes son muy objetivas, saben cuáles son sus potencialidades, los recursos que tienen a su alcance y sus metas, pero eso no implica que no sean optimistas. Al ser conscientes de que nada es completamente positivo ni negativo, se esfuerzan por centrarse en los aspectos positivos y disfrutan de los retos. Estas personas desarrollan un optimismo realista, también llamado optimalismo, y están convencidas de que por muy oscura que se presente su jornada, el día siguiente puede ser mejor.
7. Se rodean de personas que tienen una actitud positiva. Las personas que practican la resiliencia saben cultivar sus amistades, por lo que generalmente se rodean de personas que mantienen una actitud positiva ante la vida y evitan a aquellos que se comportan como vampiros emocionales. De esta forma, logran crear una sólida red de apoyo que les puede sostener en los momentos más difíciles.
8. No intentan controlar las situaciones. Una de las principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de querer controlar todos los aspectos de nuestra vida. Por eso, cuando algo se nos escapa de entre las manos, nos sentimos culpables e inseguros. Sin embargo, las personas resilientes saben que es imposible controlar todas las situaciones, han aprendido a lidiar con la incertidumbre y se sienten cómodos aunque no tengan el control.
9. Son flexibles ante los cambios. A pesar de que las personas resilientes tienen una autoimagen muy clara y saben perfectamente qué quieren lograr, también tienen la suficiente flexibilidad como para adaptar sus planes y cambiar sus metas cuando es necesario. Estas personas no se cierran al cambio y siempre están dispuestas a valorar diferentes alternativas, sin aferrarse obsesivamente a sus planes iniciales o a una única solución.

10. Son tenaces en sus propósitos. El hecho de que las personas resilientes sean flexibles no implica que renuncien a sus metas, al contrario, si algo las distingue es su perseverancia y su capacidad de lucha. La diferencia estriba en que no luchan contra molinos de viento, sino que aprovechan el sentido de la corriente y fluyen con ella. Estas personas tienen una motivación intrínseca que les ayuda a mantenerse firmes y luchar por lo que se proponen.
11. Enfrentan la adversidad con humor. Una de las características esenciales de las personas resilientes es su sentido del humor, son capaces de reírse de la adversidad y sacar una broma de sus desdichas. La risa es su mejor aliada porque les ayuda a mantenerse optimistas y, sobre todo, les permite enfocarse en los aspectos positivos de las situaciones.
12. Buscan la ayuda de los demás y el apoyo social. Cuando las personas resilientes pasan por un suceso potencialmente traumático su primer objetivo es superarlo, para ello, son conscientes de la importancia del apoyo social y no dudan en buscar ayuda profesional cuando lo necesitan.

La resiliencia en los niños
Si queremos que nuestros hijos afronten las dificultades de la vida con fortaleza es importante educarles en la capacidad de ser resilientes, para ello es fundamental nuestro ejemplo, no sobreprotegerles y sobre todo creer en ellos. No se trata de evitar que se caigan, sino de enseñarles a levantarse, y para ello tenemos que confiar en que ellos pueden. Por supuesto, tampoco se trata de exponerles a peligros o ambientes agresivos “para que se hagan más fuertes”, afortunadamente no estamos en Esparta. Aportar seguridad y protección es necesario. Algo importante que podemos preguntarles a los niños cuando tienen un contratiempo si queremos que aprendan a desarrollar la resiliencia es ¿qué puedes aprender de esto? o ¿qué puedes sacar bueno de esto que ha ocurrido?

FUENTE: Rosario Linares para elpradopsicologos.es / Adaptado para renderas Business ©